José Solís de los Santos, «150. Aulo Gelio. BUS A 335/086(2): A. Gellii Noctes Atticae (Venecia: Cristoforo Quaietis & Martino Lazzaroni, 1493)», en J. Beltrán Fortes, E. Peñalver Gómez (coords.), La Antigüedad en el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad, 2012, pp. 350-352.

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Aulo Gelio. [Noctes Atticae]: Noctes Atticae. -- Venetiis, Christophorus de Quaietis et Martinus de Lazaronibus, 1493. – [10], CXVII h.; fol. (f. 2r sign. “A ii”) Auli Gelii Noctum Atticarum commentarii capitula primi libri. (Al fin, f. CXVII v) A. Gellii Noctium Atticarum libri uigesimi ac ultimi. Finis: Venetiis Impressum per Christophor[um] de Quaietis de Antegnano [et] Martinum de Lanzaronibus de Rouado. Socios. M. CCCCLXXXXIII. Die XVII. Iulii. BUS A 335/086(2) (Pergamino. - Procede del Colegio de Santo Tomás de Sevilla. Manuscrito en portada: Lit. B. Tab. H. - Comparte volumen con otras dos obras).

Digitalizado en: https://archive.org/details/A3350862/mode/2up

Aulo Gelio (c. 130-c. 180) es autor de Noches áticas, colección miscelánea cuyo título vinculará ya para siempre la literatura y el estudio a la vigilia nocturna, a la vez que rendía homenaje al alma máter de la sabiduría de Occidente, “aquella ciudad —como dijo el Arpinate (Cic. Brut. 332: urbe ea, quae domus est semper habita doctrinae)— que ha sido considerada siempre la casa de la ciencia”. Elucubrada en torno al 170, durante las noches invernales en su residencia cercana a Atenas, refleja el ambiente intelectual de la Segunda Sofística, que se desarrolló en el apogeo de la ecumene grecorromana bajo los emperadores Antoninos, y aunque no se debe dejar de considerar el marcado elitismo de la cultura en el mundo antiguo, el carácter y difusión de tal obra presupone un público bilingüe muy instruido y la existencia y uso de bibliotecas. La colección Noches áticas consiste en una serie de digresiones breves e independientes producidas por las amplias lecturas, conferencias, tertulias y anécdotas que el autor recogió con curiosidad a lo largo de su acomodada vida. Aulo Gelio, oriundo de África, se crió en Roma, donde estudió retórica y filosofía, y luego viajó por Grecia residiendo bastantes años en Atenas. De sus pequeños ensayos se infieren magisterio o contactos con el retórico Favorino de Arlés, el gramático Sulpicio Apolinar, Frontón, el maestro de Marco Aurelio, el filósofo Herodes Ático, el cínico Peregrino Proteo, o los dos mayores escritores en sus respectivas lenguas de esa época, y de algunas otras, Luciano de Samósata y Lucio Apuleyo. Gracias a estos escritos de Gelio tenemos conocimiento de gran parte de la literatura arcaica perdida, así como de valiosas y curiosas noticias de filosofía, derecho, lingüística, narraciones de bellas historias como la Androclo y el león (Gell. 5.14), las alabanzas a los romanos puestas en boca de un sarcástico Aníbal (Gell. 5.5), o la invención involuntaria del bolero (Gell. 1.6.1-2). Tampoco carecen esos alardes de erudición de humor e ironía, como cuando, al brindarnos el memorable lema de ueritas temporis filia, lo atribuye a cierto poeta antiguo de cuyo nombre no puede acordarse (Gell. 12.11.7); también en Noches áticas está implícita la imagen de la lechuza de Atenea, que inspiró sublimadamente a Hegel, y en el mismo prefacio parece confesarnos, a través de la sentencia del presocrático Heráclito de Éfeso, que la erudición es sólo el conocimiento superficial de las cosas: πολυμαθίη νόον ἔχειν οὐ διδάσκει : “saber muchas cosas no enseña a tener inteligencia”[1]; ni a ser mejores personas, lamentaremos de algunos. En fin, a Gelio debemos la selección de las comedias plautinas que estableció M. Terencio Varrón, la clasificación de las obras de Aristóteles, que ahora nos ocupa, disquisiciones sobre historiografía romana (Gell. 5.18), conceptos y términos como el escritor clásico (Gell. 19.8), el ideal educativo de la humanitas (Gell. 13.17), pues, de hecho, el objetivo de su obra es amenizar la instrucción de sus hijos. Agrupó aleatoriamente los artículos en 20 libros, extractando los epígrafes de los encabezamientos en índices de capítulos que seguía al prefacio. La obra gozó de gran éxito en la misma Antigüedad, como se demuestra en las huellas o citas de Apuleyo, Lactancio, Amiano Marcelino, Macrobio, Nonio Marcelo, San Agustín, pero con el colapso del occidente romano, dejan de aparecer noticias de sus libros. Es cuando se escinde la transmisión manuscrita en dos partes, los libros del 1 al 7, y por otra, del 9 al 20, con la pérdida del libro 8 completo, de modo que todos los manuscritos anteriores al primer siglo del Renacimiento solo contienen una de estas mitades de la obra. A principios del XV aparecieron los epígrafes de los capítulos de todos los libros y con la praefatio, trunca en su comienzo, al final del libro 20; también en 1431 se halló un manuscrito de Gelio con los pasajes en griego, preparándose una copia con la ayuda de otros códices, sin que se sepa a ciencia cierta si este apógrafo contenía ya las dos mitades. Esa disposición del texto, con el prefacio de Gelio al final como si fuera el último capítulo, el undécimo, del libro 20, que también se halla mútilo, al cual sigue el índice de los capítulos, es la que encontramos en la editio princeps (Roma: Conrad Sweynheym y Arnold Pannartz, 1469), que preparó Giovanni Andrea Bussi (Johannes Andreas de Bussis, 1417-1475) comenzándola con una extensa dedicatoria a Paulo II donde destacaba la importancia de la obra y la dificultad de su edición; en las numerosas citas de literatura griega, cuestión no bien resuelta sino en ediciones posteriores, le ayudó Teodoro de Gaza. Tal secuencia en las partes de la obra, es decir, los 20 libros, prefacio e índice, se repetirá en los incunables y demás ediciones hasta la de J. F. Gronovius (Amsterdam: L. Elzevirius, 1651), aunque ya el primer editor, intuyendo el carácter prologal de la praefatio mútila, la había hecho preceder de la siguiente declaración que leemos en nuestro ejemplar: “Auctoritas (sic pro Auctoris) tanq[uam] praefationis admonitio i[n] op[eri]s toti[us] su[m]ma: de noctiu[m] ordi[n]e. Ca. XI. [A]tqui iucu[n]diora alia...” (f. CXVI v, sign. u ii v). Es la única frase de Bussi que permaneció en las impresiones incunables siguientes, en alguna de las cuales, como esta de 1493 (GW 10599), la relación de los capítulos fue antepuesta a la edición.

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https://www.gesamtkatalogderwiegendrucke.de/docs/GW10599.htm

https://data.cerl.org/istc/ig00124000

[1] Hermann Diels-Walther Kranz, Fragmente der Vorsokratiker, B40. http://www.hs-augsburg.de/~harsch/graeca/Chronologia/S_ante06/Herakleitos/her_frag.html