José Solís de los Santos, «175. Luis Cabrera de Córdoba (1559-1623). BUS A 052/068: Filipe Segundo Rey de España (Madrid: Luis Sánchez, 1619)», en Fondos y procedencias. Bibliotecas en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, Eduardo Peñalver Gómez (coord.), Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2013, pp. 633-634.
182. Luis Cabrera de Córdoba (1559-1623) : Filipe [sic] Segvndo Rey de España. Luis Cabrera de Cordoba… -- En Madrid : por Luis Sanchez…, 1619. – [8], 1176 [i.e. 1182], [60] p.; fol. (27 cm). – Datos de impresión tomados del colofón. – Error de pag.: entre p. 328 y 329 hay 3 h. foliadas. – Port. grab. calc.: “P. Perret fe: 1619”.
https://fama.us.es/permalink/34CBUA_US/3enc2g/alma991008337309704987
Libro completo: https://archive.org/details/A052068
BUS A 052/068 (Pergamino, en mal estado, desprendida, con restos de correíllas de cierre y guardas manuscritas. – Ejemplar falto de portada grabada y preliminares, con huellas de antiguas restauraciones. – Exlibris de José Gil de Araujo). Cf. J. Solís, «Gil de Araújo», en Fondos y procedencias. Bibliotecas en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, Eduardo Peñalver Gómez (coord.), Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2013, pp. 388-391.
El madrileño Luis Cabrera de Córdoba publicó un enjundioso tratado en dos libros acerca de «la importancia de la historia, la del buen historiador, las partes que ha de tener, las de la legítima y perfeta historia» (De historia para entenderla y escrivirla, Madrid: Luis Sánchez, 1611. BUS A 004/098). También publicó la que se considera mejor historia coetánea del reinado de Felipe II, esta obra que comentamos; pero el Consejo de Castilla no le otorgó el codiciado cargo de cronista real cuando lo solicitó a principios del reinado de Felipe IV (1621). De familia al servicio directo de la Corona ejerció empleos administrativos en los sitios regios de Aranjuez y El Escorial, al mismo tiempo que desempeñó algunas misiones diplomáticas en Portugal (1581), Italia (1584-1585) y Flandes, con cierto sesgo de espionaje. No consta donde adquirió la elevada formación que hace de su citada ars historica un académico alarde de citas de obras latinas clásicas y humanistas, al mismo tiempo que constituye una meditación sobre el valor de la historia y las tendencias del pensamiento histórico de su época. Su vinculación personal con Felipe II puso a su disposición documentos valiosos de primera mano y le proporcionó una información privilegiada para los detalles y reflexiones de su crónica, a la que se llegó a reprochar una excesiva indagación en los secretos palaciegos y un penetrante análisis que mostraba el maquiavelismo de algunas decisiones de gobierno. En este aspecto, contra lo que pudiera pensarse en un leal cortesano, su historia resulta independiente y objetiva, hasta el extremo de haber sido quien formuló el no muy divulgado aserto sobre el Rey Prudente de que «su risa y su cuchillo eran confines». Pese a estos rasgos de veracidad e imparcialidad, ni remotamente es una historia crítica o adversa, pues pensó titularla Felipe II, un rey perfecto, en alusión a esa historia perfecta preferida por el monarca que incluía exempla con los que aconsejar moralmente a los lectores, amén de una solvencia verificada en la documentación oficial que rechazaba la inconsistencia de las cartas de soldados y demás relaciones populares. La obra que Cabrera de Córdoba publicó en 1619, distribuida en trece libros, es la primera parte de su historia, que comprende desde 1527 a 1583, al regreso del rey de tomar posesión de Portugal. La segunda, que abarca desde ese año hasta 1596, no llega a tratar los dos últimos del reinado, resultando, además, inacabada y difusa, aunque el motivo de su no publicación fue la reclamación ante el rey por parte de historiadores aragoneses a causa de haber tratado desde el punto de vista castellano los hechos de ese reino.
La indagación y narración de los acontecimientos del pasado tal como estos realmente sucedieron fue una actividad intelectual contra la que el Rey Prudente guardó notorios recelos. Es lo más parecido a un secuestro lo que hizo con la labor de los cronistas oficiales de su padre el emperador, Sepúlveda y Pedro Mejía, prohibiendo algunas crónicas ya publicadas de historiografía indiana, como la de Gómara, y dando largas a cuantos escritores se ofrecieron para esta tarea que necesitaba la reputación cultural de las Españas. «En lo que toca a cronistas no estoy agora en rescibir más», respondió en 1576 a Esteban de Garibay, con plausible displicencia. Impidió a todo estudioso el acceso al castillo de Simancas, salvo a Zurita, y solo para consultar documentos de Aragón, y en lo que atañe a fuentes y modelos, ya entonces llamaron bibliotafio al monasterio serrano donde guardó su gran colección libresca (entonces, se tardaba dos días desde Madrid a El Escorial). No es de extrañar que proliferasen precisamente al final de su reinado los denominados Falsos Cronicones, mancillando y lastrando la erudición y la ciencia españolas con sus hagiografías y patrañas. Por esta causa arraigada en ancestrales defectos tanto más grave ha sido el fraude reciente de ciertas biografías contemporáneas en el magno proyecto del Diccionario Biográfico Español, porque cuestiona que la Historia sea una disciplina científica.
La Historia de Felipe II fue publicada completa en 4 tomos por la Real Academia de la Historia (Madrid: Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia de Aribau y Cía, 1876-1877). De esta comentada edición príncipe de 1619 hubo dos emisiones que se diferencian no solo por la calidad del papel, sino también por el cambio de frases y páginas, con divergencias tan destacables como la del capítulo dedicado al Concilio de Trento (libro VI, cap. III, págs. 291-293), donde, a juicio de los editores modernos, se muestra el autor más crítico con la Iglesia en aquella emisión con papel de inferior calidad. Esta particularidad no fue advertida en la mencionada edición de la RAH (BUS A 036/145-9), que recogió solo la misma versión menos crítica de este ejemplar que fue digno de figurar entre los libros del canónigo Gil de Araujo.
BIBLIOGRAFÍA: Manuel Fernández Álvarez, Felipe II y su tiempo, Madrid: Espasa-Calpe, 1998. Richard L. Kagan, Los Cronistas y la Corona. La política de la historia en España en las Edades Media y Moderna, trad. P. Sánchez León, Madrid: Marcial Pons, 2010. José Martínez Millán, Carlos Javier de Carlos Morales, Luis Cabrera de Córdoba. Historia de Felipe II, rey de España, 3 vols., Salamanca: Consejería de Educación y Cultura, 1998, I, págs. IX-XXIV. Jaime Moll, «Problemas bibliográficos del libro del Siglo de Oro», Boletín de la Real Academia Española, 69 (1979), 49-107. Harry Sieber, «Teoría y práctica del discurso historiográfico: Felipe II, Rey de España (historia escrita por Luis Cabrera de Córdoba)», Edad de Oro, 18 (1999), págs. 207-214. J. Solís de los Santos, Juan Ginés de Sepúlveda. Historia de Carlos V (libros XXVI-XXX) [Obras Completas XIV] Pozoblanco: Excmo. Ayuntamiento, 2010, pp. CXLII-CXLIII.
José Solís de los Santos