La grandeza de Aquiles

El discurso Defensa del poeta Arquías de Cicerón es el alegato fundacional de las humanidades. Incluso aborda una especie de obituario al mencionar la muerte reciente de un artista del espectáculo. La causa judicial también es de una actualidad palpitante: un inmigrante acusado de usurpación de ciudadanía. Al quedar refutado el argumentario legal, el orador la emprende con un panegírico de la literatura, que es el oficio del reo: no solo hay que ganar las guerras, es útil y necesario saber contarlas; la lengua compañera del imperio, según amañarán más adelante. Entre los ejemplos que redundan en gloria del «pueblo romano» aduce Cicerón la anécdota de Alejandro Magno ante la tumba de Aquiles, que él relata con estructura silogística:

¡Cuántos escritores de sus hazañas se dice que el famoso Alejandro Magno llevó consigo!
Y, sin embargo, al detenerse él en Sigeo junto al sepulcro de Aquiles, exclamó: ¡Oh afortunado joven, que encontraste en Homero al cantor de tu valor!
Y con razón, pues si no hubiera existido la famosa Ilíada, la misma tumba que había cubierto su cuerpo, habría aplastado también su nombre.

Desde que Francesco Petrarca redescubriera el discurso en 1333, este razonamiento ciceroniano ha sido citado o aludido por poetas y humanistas para ilustrar, entre otros lugares comunes, el paradigma renacentista de las armas y las letras, la pura inmortalidad literaria o el sarcasmo erudito entre cortesanos.

Garcilaso de la Vega también abordó el tópico en un poema latino desconocido hasta 2022. Son cuatro estrofas asclepiadeas II de impecable factura que concluyen un elogio de 56 versos al también poeta y humanista Pietro Bembo. <https://pronapoli.com/soledadamena/oda4>.

El príncipe de los poetas castellanos solo menciona expresamente a Aquiles y su túmulo: Alejandro es el Magno Macedonio, Homero, el Meonio, en cuyo hombro se apoya el héroe para cruzar las aguas estigias, y la Ilíada es la tuba del Juicio Final que esparce su sonido admirable salvando al protagonista del poema de las tinieblas del olvido.

Aquiles, hijo del rey Peleo y de la diosa Tetis, sabe que va a morir en la guerra de Troya, y no perdona una. Su enconada ira contra el rey de reyes griegos es el comienzo del poema, pero en el último canto da su brazo a torcer ante el rey de los enemigos, que le suplica la entrega del lacerado cadáver de su hijo para las debidas exequias. Esta disposición simétrica de los cantos primero y último convierte a la Ilíada en un «poema de guerra que pone de manifiesto el auténtico sentido de la paz», pero este gesto de grandeza de alma «que fue del fiero Aquiles concedido», y cuyo eco es el núcleo temático de los géneros poéticos sublimes, no está ni siquiera aludido en el Pro Archia, porque el gran orador de Roma reducía la dimensión ética de las acciones humanas a los esquemas de las escuelas filosóficas, y porque cada época lee a los clásicos desde su peculiar horizonte de expectativas.

En la Navidad de 1914 soldados alemanes y franceses del frente belga hicieron espontáneamente una tregua para cantar villancicos, echar un pitillo y enterrar también a sus muertos, pero los mandatarios, empeñados en su Gran Guerra, no quisieron dar su brazo a torcer, y continuó la contienda como aquella otra de tirios y troyanos.

Aun así, nuestro bonus Homerus, o algún griego del mismo nombre, no quiso que dormitáramos ante lo que es la verdadera grandeza humana y por esta razón, tal vez la fundamental, debemos seguir leyéndolo, por si alguna vez, como soñamos la gente de buena voluntad, las guerras se quedan solo en su aspecto literario[1].

Navidad de 2024.

 

[1] Nota bibliográfica: Antes de empezar yo a estudiar Filología, ya tenían el Pro Archia como trabajo de aula en primer curso de la Licenciatura, hace ya medio siglo, en la Universidad de Sevilla. No dejo de darlo cada vez que me toca un primero del Grado https://personal.us.es/jsolis/Archia.htm. La reciente pérdida de la actriz Marisa Paredes coincidió con la clase donde el párrafo 17 «de morte Rosci», pero nada dije a los alumnos por no distraerlos de la implacable sintaxis latina, de la aplastante lógica de todo discurso elaborado. Bien mostrenco de todos los latinistas de Europa, lo califica María Rosa Lida de Malkiel al indagar fuentes y secuelas de este episodio ciceroniano de Alejandro ante la tumba de Aquiles (La Idea de la Fama en la Edad Media Castellana, México: F.C.E., 1952, pp. 31-32, n. 2.). Cité esta otra secuela con desapego sarcástico de Bartolomé de Torres Naharro contra el clérigo hispalense Alfonso Fernández Benadeva, que había elaborado un descomunal poema de interminables octavas de arte mayor en alabanza del Gran Capitán, Historia Parthenopea (Roma: Etienne Guillery, 1516): «Alexandre, me paresce, | quam grande era, | que sobre Achilles gimiera | porque Homero d’él tractara: | mas al contrario hiziera | si después de ti (sc. Gran Capitán) veniera | que sólo por ti llorara» (Torres Naharro, Propalladia, Cap. V, vv. 27-33, I, p. 168 Gillet), en La Metamorfosis de un Inquisidor: El Humanista Diego López de Cortegana (1455-1524), pp. 41-42 <https://personal.us.es/jsolis/corteg.htm>. 

La más sublime de Garcilaso de la Vega, Oda IV, está editada por Maria Czepiel, en Soledad amena. Edición crítica y digital de la obra poética de Garcilaso de la Vega, dir. Eugenia Fosalba, Pronapoli, 2024. <https://pronapoli.com/soledadamena/oda4>. [Fecha de consulta: 19/11/2024]. Reproduzco de esta edición digital ese fragmento, que tengo escandido en el mencionado archivo didáctico:

Garcilaso de la Vega, Oda a Pietro Bembo, inc. Intentos humilis, Bembe, sonus lyrae.

            Magnus sic Macedo flevit Achillei
            assistens tumulo non meritis minor
            nec virtutis egens, ast avidus legi
                  seris usque nepotibus.
45        Qui dum Maeonio Thessalicum ducem
            fultum per Stygias ire humero videt
            undas, invidiae dentibus acriter
                  scissus cum lachrymis ferunt
            dixisse ‘o iuvenis, cuncta potentibus
50        mutare ad libitum vecta rotis dea
            cui risit placido vultu et amabili
                  et vitae et cineri favens,
            felix quandoquidem sorte tibi obtigit
            terrarum sonitu cuncta replens tuba
55        quae umbrarum nebulas spargit inertium
                  flatu oblivia dissipans’.
Así lloró el gran macedonio, presentándose ante el túmulo de Aquiles, no menor en mérito, ni falto de valor, sino deseoso de que lo leyeran por siempre sus futuros nietos. (45) Al ver al caudillo tesalio cruzar las aguas estigias apoyado en el hombro del meonio, él, desgarrado amargamente por los dientes de la envidia, cuentan que entre lágrimas, dijo: «Oh joven, a quien la diosa conducida sobre ruedas que todo lo puede (50) mudar a su antojo sonrió con plácido y amable rostro, favorable no sólo a tu vida sino también a tus cenizas, dichoso tú desde que te tocó en suerte la tuba (55) que con su son llena todas las regiones de la tierra, que dispersa las nieblas de las inertes sombras disipando el olvido con su soplo» (Trad. Juan F. Alcina).

La metáfora del tema nuclear de la épica clásica y la tragedia ática, ὕψος μεγαλοφροσύνης ἀπήχημα (‘lo sublime es el eco de la grandeza de alma’), se halla en Longino, De sublimitate 9.2 (Perì húpsous), pero no nos aclaramos mucho en qué consiste un «espíritu señero», según la traducción de megalophrosýnē que ofrece José Alsina Clota, Anónimo: Sobre lo sublime. Aristóteles: Poética, Barcelona: Bosch (Erasmo textos bilingües), 1977, p. 95.

A este profesor de griego se debe el certero entrecomillado sobre la grandeza del poema homérico (De Homero a Elitis, Barcelona: PPU, 1989, p. 21), cuando analiza el paralelismo entre el canto I y el XXIV de la Ilíada que ya había estudiado Cedric H. Whitman (Homer and the Heroic Tradition, Cambridge: Harvard University Press, 1958). El endecasílabo es del mismo Garcilaso (Elegía I, 219), en castellano. Sobre la tregua en la primera navidad de la Gran Guerra hay una monografía (Malcolm Brown, Shirley Seaton, Christmas Truce: the Western Front, December 1914, Londres: Pan, 1999) y una hermosa y pertinente película, Joyeux Noël (Christian Carion, 2005), que las cadenas y plataformas mediáticas han desaprovechado, sin duda inadvertidamente, en la de este año de guerras genocidas, para hacernos aún más recomendable la lección del veterano helenista Robin Lane Fox (Homero y su Ilíada [Homer and his Iliad. 2023], trad. David Paradela López, Barcelona: Crítica. Editorial Planeta, S. A., 2024).

http://classicahispalensia.es/estudios/116-homero-bus-a-150-162

http://classicahispalensia.es/estudios/28-el-sentido-de-lo-clasico-en-las-humanidades-j-solis

https://personal.us.es/jsolis/aquiles.htm