José Solís de los Santos, «48. Lorenzo Ramírez de Prado (1583-1658). BUS A FD 226: Pentecontarchos sive quinquaginta militum ductor (Amberes: Ioannes Keergergius, 1612)», en Fondos y procedencias. Bibliotecas en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, Eduardo Peñalver Gómez (coord.), Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2013, pp. 514-515. ISBN: 978-84-472-1501-0.

Pentekontarchos, siue, Quinquaginta militum ductor / D. Laurenti[j] Ramirez de Prado stipendijs conductus ; cujus auspicijs varia in omni litterarum ditione monstra profligantur, abdita panduntur, latebrae ac tenebrae pervestigantur, & illustrantur Antuerpiae : apud Ioannem Keerbergium, 1612. 357, [3] p., [2] h. pleg. : il. ; 4º

ΠΕΝΤΗΚΟΝΤΑΡΧΟΣ / SIVE / QVINQVAGINTA MILITVM / DVCTOR / D. LAVRENTI RAMIREZ / DE PRADO / STIPENDIIS CONDVCTVS; / cujus auspicijs varia in omni litterarum ditione mon- / stra profligantur, abdita panduntur, latebrae ac / tenebrae pervestigantur, & illustrantur. / ANTVERPIAE, / Apud Ioannem Keerbergium. / ANNO M.DC.XII.

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El título de este libro traduce: Pentekóntarchos o el comandante de cincuenta soldados enrolado a sueldo de Lorenzo Ramírez de Prado, bajo cuyos auspicios se aniquilan variados monstruos en toda jurisdición de doctrinas, se descubre lo recóndito, se escudriñan los escondrijos y las tinieblas se iluminan. Consiste en un conjunto de variadas cuestiones de filología e historia en las que se conjugan y confrontan conocimientos de Antigüedad Clásica con la Biblia y la Patrística para explicar pasajes oscuros, proponer conjeturas textuales, ejercer la erudición sagrada con los instrumentos de la crítica filológica de los humanistas. Están agrupadas sin ningún criterio en cincuenta capítulos, número que aprovecha el autor para dar a esta miscelánea un título tan rebuscado y presuntuoso, que no otro le habría puesto aquel soldado fanfarrón de Plauto, si Pyrgopolinices se hubiese dado también aires de escritor. La pulla, variante ridícula del tópico de las armas y las letras, es de los vitriólicos detractores de don Lorenzo, sin percatarse ninguno de que el númerico título ya había sido mencionado nada menos que por Nebrija, en el prólogo de su comentario a cincuenta pasajes de la Biblia, los Tertia quinquagena, que tuvieron difusión europea desde su primera edición en Alcalá de Henares en 1516. El tratado contiene, aparte de numerosas citas en griego, un buen número de ilustraciones de medallas antiguas junto con grabados de diverso contenido y esquemas. Por esta complejidad de su impresión y a causa de la penuria de la tipografía española, hubo de recabarse el permiso regio para que se publicara en los dominios de la Monarquía hispana en los Países Bajos. El autor dedica la obra a un hermano menor suyo que emprendía entonces estudios de teología en una orden religiosa, y en la carta nuncupatoria da razón de la metáfora de la beligerante rúbrica con citas también de la Biblia (en 1 Macabeos 3.55, pentacontarchos); igualmente, intenta disculpar su intrusión como jurista en el dominio teológico con un refrán que bien podría volverse contra él al hacer alusión al plagio que de este material erudito se le llegará a imputar: “Meter la hoz en mies ajena, maldita faena” (falcem in messem inmittere alienam).

            Lorenzo Ramírez de Prado (Zafra, 1583 ‑ Madrid, 1658), es un jurista egresado de la universidad de Salamanca que en pocos años iniciará una destacada carrera política en el aparato estatal de los Austrias, llegando a desempeñar una embajada especial ante Luis XIII de Francia (1628) por encargo de Olivares. Durante sus años estudiantiles en el salmantino Colegio de Cuenca se ha carteado en latín con humanistas europeos como  Isaac Casaubon (1559-1614) y Justo Lipsio (1547-1606), cuyo zeugmático estilo imitó con harta afectación, y ha financiado la reedición del comentario de San Orencio del jesuita belga de origen cántabro, Martín Antonio del Río (1551-1608), el autor del famoso tratado sobre brujería La magia demoníaca, de cuyo original latino nuestra BUS, dicho sea de paso, cuenta ejemplares de varias ediciones. Don Lorenzo adquirió una sólida formación en lenguas clásicas a la sombra del magisterio salmanticense de Francisco Sánchez de las Brozas (1523-1600), tal vez el mejor filólogo de nuestro humanismo del Siglo de Oro, y del yerno de este, el también profesor de letras humanas Baltasar de Céspedes (ca. 1555-1615). A estos dos eminentes humanistas, la crítica más autorizada y coetánea, Nicolás Antonio (1617-1684), por ejemplo, les ha atribuido la verdadera autoría tanto de un comentario sobre Marcial que ya incluimos en la exposición sobre La Antigüedad en el Fondo Antiguo (BUS A 125/167), como de este tratado de erudición sacra y profana. Los capítulos VIII y X del Pentecóntarchos versan sobre temas de filosofía que el Brocense trató en obras publicadas. A mayor abundamiento, en el testamento, si bien en otros aspectos ha resultado ser falsificado, consta un fragmento donde lega a su yerno cierto manuscrito: “Tambien digo, que entre dichos manuscritos ai uno de varia erudición sagrada i profana, i algunas leyes, que dà luz a lugares dificultosos de la Escritura, i Jurisprudencia: i aunque he procurado imprimirlo, no se ha podido, porque ha menester laminas, i medallas, i no las saben hacer acà. I aun, si tuviere medios mi hierno (sc. Céspedes) lo puede imprimir”. Fácilmente se ve que el contenido misceláneo de este manuscrito viene a coincidir con buena parte del Pentacontarchos, pero también hay otros asuntos, como la falsedad de los testimonios bajo tortura del cap. IX, que pertenecen netamente al ámbito jurídico. Además la militante publicación del joven Ramírez de Prado salía escudada en sus preliminares por epigramas latinos de encomio elaborados por figuras insignes de la política y de las letras, Juan de Fonseca, Luis Tribaldos de Toledo y Vicente Mariner, junto con otros de aristócratas y catedráticos, además de un juicio crítico del orador sacro y poeta Fray Hortensio Félix Paravicino y un retrato del autor grabado por el poeta y pintor Juan de Jáuregui. No por tan prestigioso apoyo sino por la erudición que exhibe merecerá ser incluido el Pentacontarchos cien años después en un volumen misceláneo por el pionero de la bibliografía clásica, Johann Albert Fabricius, Observationes selectae in varia loca Novi Testamenti, Hamburgo, 1712.

BIBLIOGRAFÍA:

Enriqueta de Andrés, Helenistas españoles del siglo XVII, Madrid: FUE, 1988. Mercedes Comellas Aguirrezábal, El humanista (En torno al Discurso de las letras humanas de Baltasar de Céspedes), Sevilla 1995. Jesús María Liaño Pacheco, Sanctius el Brocense, Madrid: Aldus, 1971. M. Mañas Núñez, “Aproximación al Pentecontarchos de Lorenzo Ramírez de Prado: gramática, retórica y filosofía”, Studia Philologica Valentina 10 (2007), págs. 379-409. José Solís de los Santos, «Dos cartas desconocidas de Justo Lipsio, y otras seis que le atañen, en el epistolario de Lorenzo Ramírez de Prado (1583-1658)», Humanistica Lovaniensia 47 (1998), págs. 278-331. Id., «Ramírez de Prado, Lorenzo», en Diccionario de Humanistas Españoles (siglos XV-XVII), ed. J. F. Domínguez Domínguez, Madrid: Ediciones Clásicas, 2012, págs. 698-703. Id., «146. Marcial. BUS A 125/167: M. Valerii Martialis Epigrammatum libri XV (París: Michel Sonnius, 1617)», en La Antigüedad en el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, José Beltrán Fortes, Eduardo Peñalver Gómez (coords.), Sevilla: Secretariado de Publicaciones de la Universidad, 2012, pp. 345-346.

José Solís de los Santos