José Solís, «M. A. Durán, Juan Maldonado. De motu Hispaniae, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1991», Habis 25, 1994, pp. 501-503. ISSN: 0210-7694.

Juan Maldonado, De motu Hispaniae. El levantamiento de España, traducción, notas e introducción de María Angeles Durán Ramas, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales 1991. 484 p. ISBN 84-259-0875-2.

            A pesar de las ediciones recientes de tres de sus obras, se puede decir que Juan (de) Maldonado es una figura poco estudiada dentro de la penumbra que pesa sobre los humanistas hispano-latinos. A buen seguro que estas tres obras, E. Asensio y J. F. Alcina, eds., Paraenesis ad litteras (Madrid, F.U.E., 1980), M. A. Durán, ed., Hispaniola (Barcelona, Bosch-Erasmo, 1983), y la que nos ocupa, han suscitado un loable propósito de emulación entre los estudiosos del latín humanístico, como bien recoge el I Boletín Bibliográfico de Estudios Humanísticos, eds. J. Costas y L. Carrasco (Madrid, UNED, 1992).

            Joannes Maldonatus era un sacerdote secular que no estudió en Italia ni en París, sino más bien fue un paniaguado de la nobleza local de Burgos, que en su humilde labor de preceptor acogió con estusiasmo e inteligencia los ideales humanísticos que campeaban por Europa transtornando todos los viejos esquemas. Su correspondencia con Erasmo y otros humanistas foráneos y la tendencia de sus obras, que abarcan los tres problemas básicos que A. Fontán señaló en el Humanismo español, el religioso, el científico y el nacional lo convierten en un autor digno de estudio. Con este bagaje intelectual y con un interés por la actualidad y los problemas concretos, decide abordar la narración de unos hechos que contempló y vivió plenamente, la rebelión de las Comunidades de Castilla, la primera contienda civil de nuestra historia, recién alcanzada la unidad territorial de España. Para ello echa mano del diálogo, género típicamente renacentista, pero inusual en la monografía histórica: un coloquio ocasional al hilo de la peregrinación de Santiago entre el narrador, un toledano, y tres extranjeros, alemán, francés, e italiano, que se desarrolla a lo largo de siete jornadas. La forma dialogada permite a Maldonado digresiones geográficas y costumbristas (pp. 118-120, 216-218, 294-296, etc.), que compensan la tensión de un relato verdaderamente trepidante, con vivos retratos de personajes, descripciones de conjuras, revueltas, batallas, con continuas reminiscencias clásicas a través de un estilo de la más pura latinidad.

            La edición que nos ocupa es la primera publicación del texto latino (pp. pares) con una ágil versión española (impares), acompañada de una cautelosa introducción (pp. 9-24); ambos textos (pp. 25-437), el latino y el español, que, lesa comodidad (p. 24), nunca quedan enfrentados sino a comienzo de libro, llevan notas a pie de página con numeración diferente: unas, relativas a problemas textuales, las de la traducción atañen al contenido de lo narrado; en éstas recoge testimonios de otras obras contemporáneas, así como observaciones de algunos estudios modernos sobre el tema. Cierra esta publicación un apéndice donde se transcriben documentos relativos a los comuneros que fueron publicados por P. Santa Cruz, (Madrid, Real Academia de la Historia, 1920), 170-182, 293-328 (pp. 439-483).

            La obra, que según los indicios que se desprenden de su análisis interno parece que fue concluida en 1525 (p. 18), quedó sin ver la luz incluso en una segunda redacción o copia con dedicatoria al príncipe Felipe en 1540 (p. 11). Francisco Cerdá y Rico mencionó el ms. de la Nacional con el propósito, fallido, de próxima publicación (apud G. I. Vossius, Rhetorices contractae [Madrid, A.Sancha, 1781], 47). En el siglo siguiente el P. José Quevedo, bibliotecario del Escorial, publicó la primera traducción conocida de este texto cuyo estilo, a su juicio, “se resiente de un poco de pesadez, hija del gusto dominante en los tiempos en que el autor escribía” (cf. El Movimiento de España o sea Historia de la Revolución conocida con el nombre de las Comunidades de Castilla escrita en latín por el Presbítero D. Juan Maldonado [Madrid, Aguado, 1840], p. V); aporta también Quevedo un apéndice de interesantes documentos que deben estar recogidos o utilizados en los estudios sobre las Comunidades. /p. 502/

            La autora transcribe y traduce el texto del ms. 6351 de la Nacional (p. 12, n. 6) cotejándolo, mediante un procedimiento que podríamos calificar de simbiótico (pp. 12-13), con la traducción de Quevedo, pero no veo claro si en el mismo impreso de 1840 o a través de su reedición en el estudio de V. Fernández Vargas (Madrid, CSIC, 1975) (p. 11, n. 3). Y esta falta de precisión destaca más aún por cuanto en una introducción que se precave, con filológica humildad, de intervenir en el terreno del historiador (p. 9), no ejerce el cometido que a los filólogos compete e interesa. Por el contrario, y para alivio del lector no iniciado en estos manejos, presenta un texto aséptico, en el que las anomalías de todo tipo han sido homogeneizadas en pro de la claridad de la grafía clásica (p. 23). En las notas al texto discute interpretaciones de Quevedo, o bien se apoya en su traducción para corregir los fallos del ms. de la BN. Encuentro objetables algunas observaciones: la nota de la p. 76, respecto a la frase posteris cautio sit audacia temerariaque tum in regem tum in rem publicam facinora eorum ipsorum in auctores reddere, no parece haber tenido en cuenta que el infinitivo, cuyo sujeto es audacia temerariaque - facinora, depende de cautio, construcción recogida en ThlL III.713.20, y esp. III.714.2-9. En p. 248, n.14, la expresión quasi cuniculis ductis no llega a comprenderse, quizá influida por la no menos errónea traducción de Quevedo, pues se trata de un empleo traslaticio de cuniculus (cf. ThlL IV.1407.62 ss.); la traducción correcta sería “y se malograban (sc. los intentos de los comuneros) como si hubieran sido minados”. En p. 230 tenemos factum indignum, ¿no estará en el manuscrito la expresión, ampliamente documentada en latín clásico (cf. ThlL VI 1.80.45-50), facinus indignum, como en p. 150? En pp. 174-175, cum sescentis plagis, no se entiende este numeral como indeterminado o incomensurable: “con seiscientos golpes”. Pero son acertadas la mayoría de las correcciones al texto de la BN, y en especial relevantes son las conjeturas de las p. 148, n. 74, p. 208, n. 3. Vayamos a otras cuestiones filológicas: la gran laguna que presenta BN 6351 en el libro VII (p. 406, n. 15) en el clímax de la descripción de la batalla de Villalar, se subsana sin más con la traducción de Quevedo (p. 405 y 407); al final del libro I se constata (p. 74 n. 27) la interrupción de la traducción de Quevedo; ésta, como hemos dicho, va precedida de la dedicatoria al príncipe Felipe (f.1: “Hispanie principi Cesaris filio Joannes Maldonatus”), documento que no aparece en el manuscrito en que se basa de esta edición. Dadas estas incidencias y con el no bajo número de problemas de lectura que presenta el BN 6351, podemos preguntarnos por qué la autora no ha examinado directamente también el manuscrito escorialense. Su signatura la da el mismo Quevedo en nota (p. V): “iij-&-8; en el catálogo de Francisco Pérez Bayer iij-i-8”, y &.III.8, añado, en G. Antolín, Catálogo de los códices latinos de la Real Biblioteca del Escorial, I (Madrid, 1911), p. 385. En fin, creo que se podría haber redondeado este trabajo filológico con la colación de estos manuscritos, los dos únicos que se conocen, junto con una pertinente distribución y numeración de parágrafos dentro de los siete libros y una sinopsis de cada uno de éstos, como la que el bibliotecario escorialense sitúa en sus comienzos como “Sumario breve de lo que contiene, el cual no está en el texto latino”; y, finalmente, con algo indispensable hoy día, los pertinentes índices, pues aparte de la copiosa nómina de personajes trata, tangencialmente como recurso del diálogo, temas interesantes para el historiador. Con esto habría aumentado su utilidad para el estudioso sin merma alguna del deleite que proporcionan tanto el texto publicado como su excelente traducción.

            Se echa en falta también en la bibliografía de Maldonado (p. 24) una llamada de atención al lector sobre un manuscrito perdido, el de su epistolario: Cerdá y Rico (cf. supra) menciona una copia que se le hizo llegar del Colegio de Santa Cruz de Valladolid, y que J. F. Alcina no ha logrado encontrar (Paraenesis, p. 27). Asimismo, en este propósito de suscitar trabajos sobre nuestros textos latinos humanísticos, mencionaría otra obra que versa sobre sucesos paralelos a este De motu Hispaniae, la guerra de las Germanías en el reino de Valencia, Apologia in defensionem uirorum illustrium, bonorumque civium Valentinorum in civilem Valentini populi seditionem, quam uulgo Germaniam olim appellarunt, a Joanne Baptista Agnesio, Christi sacerdote, Valentiae, per I. Baldovinum & I. Mey, 1543, con varios ejemplares /p. 503/ en nuestras más importantes bibliotecas, y cuyo autor, Juan Bautista Anyes ya está siendo objeto de estudio (cf. supraBoletín Bibliográfico de Estudios Humanísticos I [1992], 8).

José Solís