Juan Carlos Tello Lázaro, «Cui nocet o razones para no estudiar latín y griego», ABC, Sevilla, viernes 30 de abril de 2021, p. 8.

https://sevilla.abc.es/opinion/sevi-nocet-o-razones-para-no-estudiar-latin-y-griego-202104292254_noticia.html

Es tópico en una investigación criminal inquirir cui prodest, ¿a quién aprovecha el acto delictivo? Mutatis mutandis, cabe preguntarse a quién aprovecha el acoso y derribo a las lenguas clásicas o, dicho por el reverso, a quién perjudica su conocimiento.

Claman, hace décadas, en el desierto las voces que han ponderado las excelencias de una formación en estas lenguas. Pues no sólo facilitan el conocimiento de las españolas, sino también de todas las lenguas romances e, incluso, anglosajonas, cuyo vocabulario está plagado de raíces latinas y griegas. Por no hablar de que el latín y el griego son las lenguas de las ciencias. ¿Cui nocet? ¿A quién perjudicaría esto?

Más aún, como toda lengua, el latín y el griego son vehículos de una cultura y civilización, ¡nuestra cultura y civilización! El pensamiento, los sistemas políticos, la literatura, el arte…, griegos; el Derecho, la organización social, la ingeniería, la lengua…, latinas. Pero no sólo de España, sino de toda Europa y, por ende, de Latino-América y los EE.UU. como receptores de esa savia grecolatina inyectada a través de Europa. ¿Cui nocet?

Ítem más, está demostrado que pensamos con categorías verbales. A mejor conocimiento de una lengua, mejor pensamiento; cuanto más profundamente conozcamos nuestra lengua, es decir, sus raíces, es decir, el latín y el griego, construiremos un pensamiento rico, veloz y sutil, como un vehículo que circulara con holgura por una autopista de cinco carriles; y no, por ignorancia de lo anterior, a través de una vereda de cabras. ¿Cui nocet?

Por no hablar del disfrute de obras literarias excelsas; clásicas las llaman. ¿Por su perfección formal? Y porque suscitan cuestiones atemporales que atañen a la esencialidad del ser humano. Clásicas no sólo porque no han podido ser superadas —y a las generaciones siguientes no les queda otra que imitarlas—, sino también porque enseñan el camino para poder ser clásicos también nosotros mismos. ¿Cui nocet?

Hablar y escribir bien. Expresarnos con precisión y eficacia. Poseer un pensamiento rico, claro y preciso. Disponer de elementos de juicio para tener criterios. Disfrutar de obras humanas sin parangón, ¿a quién puede perjudicar?

Puede perjudicar a los que intentan imbuirnos de utilitarismo. Sólo vale lo que es útil. Y eso, a corto o medio plazo. El cultivo de la sensibilidad y la inteligencia, y de todo aquello que precisamente nos hace más humanos, no interesa.

Puede perjudicar a los adoradores de ese nuevo dios que llamamos Tecnología, que promueven su sometimiento a máquinas de las que cada vez somos más dependientes, en vez de seguir a otros que caminaron por delante de nosotros abriendo caminos de superación y perfeccionamiento personal que llevan, precisamente, a liberarnos de ataduras innecesarias.

Puede perjudicar a quienes buscan manipularnos; ya orientando nuestras preferencias a intereses espurios, en forma de un consumo tendencioso; ya tejiendo redes, sociales, que hacen ídolos a personas insignificantes; ya promoviendo una globalización que nos desarraiga de lo que verdaderamente somos, y nos diferencia, y nos hace únicos e irrepetibles.

Puede perjudicar a quien necesita ciudadanos sin criterio, sin conocimiento, sin capacidad para comparar. Porque, no nos confundamos, para ser libres hay que tener capacidad de elección; y para elegir hay que conocer entre diferentes opciones. Luego libertad es conocimiento, previo, y referentes reconocibles.

Hoy por hoy se nos ofrece elegir entre mismos productos con distintos envoltorios; e invariablemente la oferta es entre lo malo y lo peor, v. gr., ¿quién es más o menos corrupto?; ¿quién nos engaña más o menos?; quién ofrece una educación pésima o mediocre?; ¿quién nos roba mucho o poco? ¿Pero dónde está la opción entre lo bueno y lo mejor? Ni siquiera la ofrecen; pero tú no te vas a dar cuenta, porque han eliminado el Conocimiento con mayúsculas. Ya se encarga de eso cada nueva ley educativa: Utilitarismo, tecnología a ultranza, igualdad por abajo, “desmemorización”, palabrería hueca, en una palabra: deshumanización.

¿El antídoto contra todo esto es el conocimiento del latín y del griego? Por supuesto, junto con el resto de las llamadas humanidades, que no son incompatibles con las ciencias ni con los avances tecnológicos, de los que, por cierto, ya los antiguos griegos y romanos fueron pioneros y precursores.

Nos quitan Esencia, Identidad, Conocimiento, Libertad ¿Cui prodest, cui nocet el conocimiento del latín y del griego?

Juan Carlos Tello Lázaro, Profesor de Latín y Griego del IES Antonio Machado y Profesor Asociado de Derecho Romano en la UPO. Et IIuir selectioni studiorum conscribendae Uniu. Hispal.