Solamente en el contexto de una obra de ficción se podría haber tolerado un aserto como el que aparece en el reportaje sobre la novela publicada por la editorial Almuzara, Hernando Colón, el bibliófilo que se enfrentó al emperador, de Manuel Valdivieso: «Curiosamente, no quedan apenas legados materiales de Hernando Colón, ya que fracasó en casi todo lo que intentó» (Diario de Sevilla, 31/08/2021).
Dejando aparte el fracaso vital de su temprana muerte, el hijo humanista del Descubridor nos legó en su testamento una organización de su biblioteca que prefigura las directrices de la bibliografía moderna.
Como se sabe, los libros impresos y manuscritos que adquirió don Hernando por toda la Europa de su tiempo merced a su posición en la corte imperial del rey de España pasaron finalmente al cabildo de la catedral de Sevilla, a cuyos fondos bibliográficos se sumó dándole el nombre por el que es mundialmente conocida. En el portal institucional de la Biblioteca Colombina <http://www.icolombina.es/colombina/> podemos informarnos de toda esta peripecia y de estudios sobre la talla intelectual de Hernando Colón, además de las descripciones detalladas de estos impresos y manuscritos que allanan la tarea de los investigadores.
Como ponderó el profesor Tomás Marín Martínez, que desentrañó las conexiones entre los diversos registros, se trata de: “El más grande monumento bibliográfico y erudito que nos legó la centuria decimosexta, infinitamente superior a cualesquier otros anteriores y superable difícilmente por ninguno de los que vinieron después”.
Se ha convertido en moneda corriente que la actual novela histórica extrapole actitudes y mentalidades de otra época e incluso tergiverse los hechos documentados, pero no es admisible que difunda este tipo de equívocos que van en detrimento de la riqueza de nuestro patrimonio cultural, si hay alguien a quien le importe. José Solís de los Santos. Universidad de Sevilla.