Andalucía y la oligarquía decimonónica (párrafo de El Estado pesebre, de Carlos Arenas Posadas (2025).

El federalismo andaluz fue bastante más que la expresión de una burguesía mercantil agraviada. El mensaje republicano federal caló en las clases medias y artesanales urbanas y en los sectores campesinos expoliados por la solución dada a la supresión de los señoríos y las leyes desamortizadoras.

En el plano económico, la burguesía exportadora andaluza se pronunció inequívocamente por la implantación de una política librecambista que le permitiera acceder a nuevos mercados. El peso económico de la región avalaba la propuesta: las ciudades costeras andaluzas aportaban el 13% del PIE español, por encima de Madrid, el 8%, y de toda Cataluña, el 10%.

En las Cortes, el diputado por Cádiz, Manuel Sánchez Silva, intervino en el debate parlamentario sobre protección o librecambio que tuvo lugar en junio de 1841, reclamando la abolición del prohibicionismo y el establecimiento de unos aranceles reducidos que facilitaran las correspondientes rebajas en destino de los productos del sur. Con el librecambio, escribían, «los barcos que exportaban vino podrían retornar con manufacturas y materias primas británicas. De esta manera, los costes del transporte se reducirían, aumentarían las facilidades financieras e, incluso, se podrían diversificar las actividades económicas con la instalación de nuevas industrias movidas por el vapor, gracias a la importación de maquinaria y carbón británicos» (Enrique Montañés Primicia, Grupos de presión y reformas arancelarias en el régimen liberal, 1820-1870, Universidad de Cádiz, 2009, p. 101). Es decir, las expectativas de industrializar Andalucía vendrían no del proteccionismo, sino de un intercambio favorable de productos exportables por los insumos que la promocionaran.

La revolución de septiembre de 1868 dio al federalismo andaluz la oportunidad que esperaba de confrontar su modelo de país con el modelo centralista. Las juntas creadas tras la «Gloriosa» se afanaron en definir y aplicar políticas de Estado antes incluso de producirse la victoria en Alcolea que destronó a Isabel y, por tanto, antes de que un parlamento constituyente y un gobierno provisional tuvieran la última palabra sobre el modelo de Estado. Frente al nacionalismo militarista y clerical de los moderados, la confrontación tenía igualmente una dimensión ideológica; las Juntas andaluzas declararon la separación entre Iglesia y Estado. En 1871, se creó en Sevilla la Sociedad Abolicionista de la Esclavitud contra los postulados de la Liga Nacional que patrocinaban los grupos negreros en Madrid, Barcelona o Bilbao; la revista Mensual de Filosofía Literatura y Ciencias de Sevilla acogió las ideas darwinistas con aceradas críticas al creacionismo religioso y a la institución eclesial. [La Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias, Sevilla: Imp. de Gironés y Orduña, 1869-1874, fundada por Antonio Machado y Núñez (1815-1896), está digitalizada en el fondo antiguo de la BUS, A 226/0001-0006, H F.A. Hemeroteca 036] Su antimilitarismo les llevó a prescindir del ejército en labores de orden público confiándolo a las milicias ciudadanas. Las masacres que el ejército perpetró en Cádiz, Málaga, Sevilla o Jerez entre diciembre de 1868 y marzo de 1869 fueron la respuesta del gobierno provisional de Serrano y Prim al desafío juntero andaluz.

La instauración de la I República pareció el momento de instaurar lo que se había peleado durante décadas: el Estado andaluz dentro de la federación española. El Correo Vascongado se pronunció alarmado al respecto el 27 de mayo de 1873: «Sea lo que fuere, es lo cierto que Andalucía se escapa al poder central, y que, según nuestras noticias, los ingleses están a la mira para obtener de estos Estados separados y disueltos ciertas leyes librecambistas, que después ha de ser muy difícil recoger. Necesario es un remedio heroico de los buenos españoles, antes de que la desmembración sea un hecho». La separatista Andalucía amenazaba con arrancar un trozo de mercado a los nacionales. Tras la definición de la República como federal y con la presidencia de Pi y Margall, el momento para la concreción del nuevo modelo de Estado había llegado. El cantonalismo andaluz, sin embargo, fue arrasado por el general Pavía con un baño de sangre en julio de 1873. No hubo pues ningún «abrazo de Vergara» ni fueros que permitieran a los andaluces andar su camino descentralizado y librecambista. Ahí terminó la aventura de un separatismo andaluz que trató desde 1812 de confederar España y las Repúblicas americanas para después tratar de federar Andalucía dentro de España. Con la derrota, las oligarquías agrarias empoderadas por las desamortizaciones y las élites especuladoras reforzaron los elementos extractivos del capitalismo andaluz y se incorporarían, aunque con una influencia decreciente, a lo que Ortega y Gasset llamó la «sociedad de socorros mutuos» de los oligarcas nacionales. Andalucía pasó de ser combatiente contra la colonialidad de América a ser ella misma la colonia interior que el capitalismo español necesitaba en su desarrollo. Carlos Arenas Posadas, El Estado pesebre. Una historia de las élites españolas, Sevilla: El Paseo Editorial, 2025, pp. 124-125.

El Estado pesebre será presentado en la Feria del Libro el próximo 1 de noviembre:
https://www.felise.es/evento/el-estado-pesebre-una-historia-de-las-elites-espanolas-carlos-arenas/