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La exposición Imago Mundi se podrá visitar hasta el próximo 25 de febrero, en el CICUS y se realiza en colaboración con la editorial de libros de artistas Ivorypress, editorial de referencia especializada en libros de artistas, fundada hace 25 años por Elena Ochoa Foster. Sin duda es una de las exposiciones más ambiciosas realizadas por el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla.

Al acto de inauguración han asistido el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro,y el arzobispo emérito de Sevilla monseñor Juan José Asenjo, así como los dos comisarios de la muestra,Luis Méndez, director general de Cultura y Patrimonio de la Hispalense y el director del Secretariado de Patrimonio de la Universidad, Luis F. Martínez-Montiel.

El recorrido de esta exposición no deja nada al azar, todo está hilado, según indica Luis Méndez. Cada pieza lleva a la siguiente, se trata de mostrar una historia exactamente paralela a la de la humanidad misma: la que representa el libro como "depositario del conocimiento, cimiento de la civilización y elemento que ha moldeado la vida, la representación y la transformación del territorio y de las ciudades".

Imago Mundi reúne casi 200 obras, tanto antiguas como contemporáneas y en muy diverso formato: libros, mapas, cuadros, esculturas, utensilios relacionados con la escritura o la navegación... En torno al cincuenta por ciento de las piezas pertenecen a la colección de la Universidad de Sevilla y diez de ellas se han restaurado para la ocasión. Según Luis Méndez, uno de los propósitos de la exposición es "poner en valor y dar a conocer entre la sociedad el rico patrimonio artístico e histórico de la Hispalense, no siempre de fácil acceso, y contextualizarlo para que se entienda en su justa medida el inmenso valor que tiene".

Algunas de los tesoros de la US que pueden disfrutarse en la muestra son uno de los veinte ejemplares que se conservan en el mundo de la Biblia de Gutenberg; un volumen de la Biblia del Oso de Casiodoro de Reina, la primera traducida al español; documentos firmados por Miguel de Cervantes; y la Gramática de Elio Antonio de Nebrija.

El resto de las obras ha sido cedidas por 36 museos e instituciones nacionales e internacionales, entre las que se encuentran el Monasterio de El Escorial, la Catedral de Sevilla, la Biblioteca Nacional, el Museo Reina Sofía, el Real Observatorio de la Armada de San Fernando, el MOMA de Nueva York, la Universidad de Stanford o la British Library.

Secciones de la exposición

La exposición se divide en cuatro secciónes, y una sala introductoria donde se encuentran distintas representaciones de Babel de Curro González, Guillermo Pérez Villalta o Athanasius Kircher, escritos de Séneca y un incunable de Aristóteles del siglo XV. También se puede disfrutar en esta sala del ejemplar Imago Mundi,, que da nombre a la exposición. Se trata de un libro escrito por el prelado y teólogo francés Pierre d'Ailly que compendia la cosmografía, la geografía y la astronomía en la primera mitad del siglo XV, una edición incunable propiedad de Cristóbal Colón con notas manusctitas del Almirante ty de su hermano Bartolomé. Se exhibe también en esta sala el 'San Isidoro' de Bartolomé Esteban Murillo, que se encuentra en la sala capitular de la Catedral de Sevilla, y que en la exposición puede disfrutarse a ras del suelo.

El primer tramo recibe por nombre La ciudad y los libros y destacan los ejemplares originales de tratados arquitectónicos de Vitrubio, Serlio, Paladio o Vignola, una primera edición de la Gramática de Elio Antonio de Nebrija, una gran colección de trampantojos o el índice de libros que conformaron la Biblioteca de San Acacio.

El segundo, La palabra revelada, exhibe el San Jerónimo de José de Ribera perteneciente a la Colegiata de Osuna, además de un volumen de la Biblia del Oso de Casiodoro de Reina (la primera traducida al español, en 1569), y la Biblia de Gutemberg, uno de los más valiosos tesoros bibliográficos de la colección de la Hispalense.

El tercer espacio es El control de la memoria. El naufragio del papel. En este espacio, según indica Méndez, intenta mostras cómo "la humanidad ha dedicado casi tanto tiempo a destruir libros como a hacerlos y custodiarlos". Para ello se muestra en llamado 'Libro del peligro' del chino Cai Guo-Quiang, cuyos dibujos están hechos con una mezcla de cola y pólvora que puede arder con los fósforos que el propio artista dispone en el lomo del volumen. También hay una exhibición de los llamados libros heridos de Anish Kapoor o los tiroteados de Idoia Zabaleta. También se muestra la fotografía realizada por Gervasio Sánchez de la destruída Biblioteca de Sarajevo, los ejemplares de enciclopedias y tratados científicos de Newton o Alfonso X con tachaduras de los censores o con páginas arrancadas, o la instalación de Joan Fontcuberta Fahrenheit 451, en la que el fotógrafo y artista catalán documentó la quema de 451 ejemplares de distintas ediciones del famoso libro de Ray Bradbury. No podemos pasar por alto la vitrina en la que se muestra la correspondencia personal del profesor de la Universidad de Sevilla y escritor Rafael de Cózar, que falleció en diciembre de 2014 en un incendio en su su casa de Bormujos, tratando de salvar su biblioteca de las llamas.

El tramo final es El viaje de los libros, dedicado a representar cómo los libros han ampliado el conocimiento del mundo, tanto geográfico como desde el punto de vista del conocimiento. Una edición manuscrita de Los viajes de Marco Polo del siglo XV, , dos bellísimos globos terráqueo y celeste del siglo XVIII y 1840 respectivamente que han sido restaurados para la ocasión, o una impresionante obra maestra de la imprenta del siglo XVI, el tratado de Petros Apianus Astronomicum Caesareum, son algunas de las piezas que lo componen. Es relevante en este espacio la obra Detritus (2006), una maleta con páginas de revistas, dibujos, fotografías, cartas y notas de Francis Bacon, una "metáfora del viaje" que es toda vida.

La exposición se cierra con unos versos de Pablo García Baena, "Y la mañana al sol, junto a la barca / leer el mismo libro de mis días", y un ladrillo hallado en Itálica y conservado en el Museo Arqueológico Nacional donde alguien hace siglos grabó los tres primeros versos de la Eneida. Como se ha dicho al principio en este recorrido nada forma parte del azar, todo está hilado.

La exposición se acompañará de una serie de conferencias, proyecciones de películas y una representación en concierto de la ópera de Henry Purcell Dido y Eneas a cargo de la Orquesta Barroca de Sevilla. Las fechas y el programa completo de actividades puede consultarse en la web del Cicus.

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La Universidad de Sevilla organiza la exposición Imago Mundi, y lo hace en el marco de los diferentes actos celebrados con motivo de los 25 años de Ivorypress editorial de referencia internacional especializada en libros de artista, fundada por Elena Ochoa Foster. La Universidad de Sevilla se suma así a otras instituciones, museos, bibliotecas y universidades internacionales, entre las que se encuentran la Biblioteca Nacional de España, Neues Museum, Museo Reina Sofía, Universidad de Stanford, The Museum of Modern Art, British Library, Kettle’s Yard, Bodleian Library, Warburg Institute o Yale Centre for British Art.

Cada cierto tiempo el mundo se para. Entonces algunos en el mundo observan, leen el mundo y tratan de representarlo. Imago Mundi muestra el constante afán del ser humano por fijar, delimitar y compilar el fárrago de elementos físicos e intelectuales que componen el mundo. Desde el libro de d´Aill y en 1410, cuando el planeta estaba a punto de descubrir su otra mitad; a las pocas certezas que nos haya dejado los últimos acontecimientos a nivel biológico en la humanidad. Imago Mundi representa al mundo y el mundo es representado en los libros, en manuscritos, en la necesidad de pervivencia del saber, en la necesidad también de transmisión de ese saber, y, frente a esa necesidad, una poderosa fuerza destructora de humanidad que se ha desarrollado en la obsesión por la destrucción de libros. Una fuerza que ha ido generando una iconografía propia, una tradición, sobre la que también reflexiona esta exposición.

Introducción: Imagen y palabra
El relato, la necesidad de contar, es al mismo tiempo necesidad de autoconocimiento y necesidad de comprender la naturaleza. El mito es una imagen parabólica de la realidad, por el mito y su representación asimos la humanidad misma. El ánfora griega decora y al mismo tiempo enseña, se expande en su uso hasta formar parte de la educación visual de quien la observa. La Torre de Babel representa al mismo tiempo la capacidad técnica imprevisible del ser humano y el recordatorio de no se debe pretender ser más que dioses. Todo esto cabe en una imagen, de ahí a la escritura, al objeto que se enriquece con el mensaje, la espada o la bomba con un texto dedicado al destinatario, la pátera que invita a saciar la sed… esta tradición da paso a los compiladores, a los que comienzan a aglutinar documentos de representación, datos y reflexiones de otros que dan pie a abrir el mundo en más planos, a añadir capas de conocimiento que dotan a la imagen y a la palabra misma de más sentido. Aristóteles nos sirve como Pigmalión que sienta las bases del mundo representado, luego, San Isidoro de Sevilla, será el puente que una el mundo clásico con el medieval asumiendo su papel de enciclopedista universal, representación viviente del Aleph borgiano, del internet de nuestro días.

La ciudad y los libros
De la capacidad de organizarse, de compilar lo humano, de la necesidad de ubicarse en el espacio, nacen las ciudades que son representaciones de sus habitantes y que, con el tiempo, hacen que sus habitantes se identifiquen con ellas.

La casa y las bibliotecas: fragmentos del individuo
Si la ciudad nos significa la ubicación social del hombre, la casa lo hace desde el plano personal. Dentro de la casa, la biblioteca multiplica las ramificaciones históricas, culturales, de la tradición, y su proyección hacia el futuro. Reivindicar la biblioteca personal como espacio histórico, social y cultural; pero también como reflejo del lector que la atesora. La biblioteca como espacio de reflexión, de ensimismamiento, y como lugar en torno al que debatir y discutir acerca del tiempo en que se vive.

La palabra revelada. Espacios del espíritu
Hay libros que tienden a convertirse en representación física de la divinidad. Hay una necesidad de compilar códigos, categorías morales más allá de las leyes de los hombres. Esos libros y documentos generan una forma de edición, de representación física, y de capacidad simbólica únicas. Hay una manera de tratar de asir lo inexplicable, de representar lo que no es legible. La biblia, el Corán, el Talmud, son los libros sobre los que se fundamenta buena parte de la historia universal.

El control de la memoria. Naufragio del papel
Frente a la pulsión por contar y representar el mundo ha existido a la par otra necesidad humana por destruir el conocimiento, los libros físicamente. El escritor británico William Blades escribió a finales del siglo XIX acerca de la biblioclastia y los enemigos mayores que tienen los libros: el fuego, el agua, el calor, las polillas y, quizás los peores, la ignorancia y el fanatismo. La destrucción de libros ha dado lugar a una iconografía espeluznante que tiene que ver al mismo tiempo con la reivindicación del conocimiento. Cervantes debía ser consciente de la tremenda imagen que creaba en la mente de los lectores esa pila de libros quemándose bajo la ventana de don Quijote, o del choque emocional que debía suponer encontrar un buen día tapiada la puerta de tu propia biblioteca. Los libros destruidos se convierten en símbolos, pero también los lugares profanados como la biblioteca de Sarajevo destruida, inmortalizada por Gervasio Sánchez.

El viaje de los libros
De la transmisión del conocimiento, del viaje de los libros y de los hombres para conocer y dar a conocer. De la representación cartográfica y los instrumentos de navegación. De la necesidad primigenia por saber más acerca del universo, de la forma en que se rige el mundo y las estrellas. Unos libros, un conocimiento, que también han sido perseguidos en muchas fases de la historia. El viaje de los libros es, al fin, el viaje introspectivo, el encuentro después de todo el periplo expositivo a la conclusión fundamental

“Y la mañana al sol, junto a la barca, leer el mismo libro de mis días”.
Pablo García Baena

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