Imprimir

http://www.classicahispalensia.es/bibliographica/32-los-libros-de-nicolas-antonio-j-solis

Antonio, Nicolás: Bibliotheca Hispana Nova, sive hispanorum scriptorum que ab anno MD. Ad MDCLXXXIV floruere notitia. [ed. Francisco Pérez Bayer] Matriti, apud Joachim de Ibarra typographum Regium, 1783-1788. 2 vols. I, p. 373:

D(on). FERDINANDUS COLON, magni illius Christophori, novi ad occidentem solem orbis adinventoris, filius ex Beatrice Henriquez (quam in codicillo quodam anno MDV. Augusti XXV. die Segovia facto, heredibus exhibendam ut filii matrem Christophorus ipse commendat) citra conjugium procreatus, literarum studia cupidissime amplexus, aemulum se paternae virtutis, qua via potuit, serio constanterque ab hinc saeculo Hispali profitebatur. Qua in urbe domum amplam & amoeni prospectus, Baeti fluvio appositam, ubi collegium hodie extra portam Regiam sodalibus Mercenariis sub appellatione Sancti Laureani aedificatum visitur, caelebs sacerdosque inhabitavit. Ibidem locupletissimam omnium fere librorum quotquot illa aetas prelo jam commissis fruebatur, quamplurium insuper manuscriptorum codicum bibliothecam ingentibus expensis, sed maiore animo, collegit, instruxit, vivus fecit sibi usu familiarem, ac tandem moriens Hispalensi ecclesiae, cui & corpus commisit Christiano ritu procurandum, honorificentissimoque loco sepeliendum, reliquit. Quae quidem olim Joannis Vasaei Belgae doctissimi curae aliquamdiu (quod ipse initio Chronici sui refert) commissa, hodieque non indiligenter in templi maximi Hispalensis exedra paris vastaeque magnitudinis custodita, veteris possessoris animum erga literas, literarumque omnis generis monumenta, professoresque curiosissimum ac munificentissimum depraedicat. Plane is volens domi quam alibi natam celebrare virtutem, commentaria rerum a parente gestarum elucubravit nostrae lingua scribens:

Historia del Almirante D. Christoval Colon: cujus quidem Hispana editio cum blattis nunc & tineis in angulo aliquo sepositae bibliothecae (si Libitinam potuit usque adhuc evitare) rixatur. Extat quidem Italica Alphonsi de Ulloa interpretatio, qui vir quamplura nostrorum hominum scripta vernacula & familiaria fecit prudentissimae genti, edita Venetiis, ubi is commorabatur huic curae invigilans, anno 1571. in 8. atque iterum recusa anno 1614. in 8.

 Non defraudabo virum ornatissimum Alphonsi Garsiae Matamori elogio ex opere de Academiis & doctis Hispanis viris: Hujus etiam [Christophorus Colonus] filius  Ferdinandus Colonus prope aequalem vitae dignitatem in otio tenuit, quam pater in negotio habuit. Nam ut erat eximius singularisque philosophus, aedes ad Baethim operose magnificentissimeque aedificavit in loco salubri & amoeno, Musis etiam maxime convenienti. Has circum topiario opere exornavit, ubi constructa quam amplissima bibliotheca, quae viginti quinque librorum milia dicitur habuisse, tum annuis dotata redditibus, ne non quotidianis librorum accessionibus aucta periret, vitam cum studiis terminavit. Haec Matamorus. Hujus tam pervicacis erga literas amoris, & cum libris consuetudinis testes sunt codices ipsi plurium auctorum notis ejus per marginales illustrati, videlicet Senecae Tragaediae, Metamorphoses Ovidii cum indice a se facto, idem de Tristibus ac de Ponto, Virgilius, Horatius, Suetonius cum indice, Saxonis Grammatici de Regibus Daniae Historia, Titus Livius, Lucretius etiam cum indice, Lucanus: liber item de Peregrino Vitae humanae Guilielmi Guillaevillaei, atque etiam Elucidarium Corradi. Indices quoque formavit ipse copiosissimos non modo nominum per alphabeti seriem auctorum omnium, quos bibliotheca contineret, sed etiam notatis unuscujusque libri argumentis, tamque id extense ut Indices hi a se confecti viginti quatuor non minus occuparent volumina, propria manu exarata. Recognovit omnia haec in libris ipsis, ut nos certiores redderet de Ferdinandi doctrina & industria, laboreque improbo, vir humanissimus, & hujusmodi delitiarum amator, D. Joannes de Loaisa, Hispalensis ecclesiae portionarius, a cura istius bibliothecae, qui nuper libros Indicum, hucusque incuriose habitos, compaginari denuo, & novis pellibus pergamenis cooperiri curavit. [I, p. 373.]

La personalidad de Nicolás Antonio (Sevilla, 1617-Madrid, 1684), tiene tanto en común con la de Hernando Colón, que podríamos decir que fueron si no almas gemelas, sí complementarias. Pues si éste vivió para la formación de una biblioteca total, aquél consagraría su vida a la organización intelectual de todos los libros que escribieron los españoles y los extranjeros cuyos escritos atañían a España. Nicolás Antonio es el autor de las bibliografías españolas a las que acuden, de uno u otro modo, todos los que estudian la cultura hispana en cualesquiera de sus aspectos. Nacido en Sevilla en el seno de una familia oriunda de Flandes, continuó sus estudios en Salamanca, donde se graduó en teología y derecho civil y canónico en 1639. Después de pasar unos años de lectura e investigación en la riquísima librería del convento de San Benito, marchó a la corte en 1645, donde recibió el hábito de la Orden de Santiago, y a partir de 1654 comenzó a desempeñar cargos diplomáticos en Roma como agente de Felipe IV para sus reinos de Sicilia, Nápoles y Milán. Lo cual no le estorbó para seguir elaborando su magna bibliografía, leyendo, consultando, confrontando impresos y manuscritos acerca de España por los repletos itinerarios itálicos. Es revelador de su hondo temperamento crítico su dedicación a desmontar las patrañas de los llamados "Falsos cronicones", que hacían estrago en la vida intelectual y académica española durante el siglo XVII. Como prebendado de la catedral de Sevilla, canonjía que alcanzó en 1664, trabó amistad con uno de los prefectos bibliotecarios que marcaron un hito en la historia de la biblioteca de la Catedral, Juan de Loaisa. Como cabía esperar, en esta magna bibliografía, que está estructurada en forma de diccionario ordenado por el nombre de pila latinizado de cada autor, don FERDINANDUS COLON tiene un amplio artículo, en el que sólo yerra en atribuirle la condición sacerdotal. Dice así su traducción: "Don FERNANDO COLON, hijo del famoso y magno Cristóbal, descubridor del nuevo mundo de Occidente, fue tenido fuera del matrimonio por Beatriz Henríquez, a la cual el propio Cristóbal, en un documento dado en Segovia, a 25 agosto 1505, encomienda que sea reconocida por los herederos como madre de ese hijo suyo. Abrazó el estudio del saber con gran ardor, y queriendo emular los méritos de su padre por el camino que podía, dio a su época testimonio de su propósito trabajando con denuedo y constancia en Sevilla. Y en esta ciudad vivió, célibe y sacerdote, en una gran mansión con vistas maravillosas, situada a orillas del Guadalquivir y en cuyo emplazamiento, fuera de la Puerta Real, se puede contemplar hoy día el convento de San Laureano, de la Orden de la Merced. Allí reunió y ordenó, con desembolso grande, pero con mayor afán, una riquísima biblioteca de casi todos los libros que aquella época ya utilizaba impresos, amén de muchísimos códices manuscritos. A la cual librería, mientras vivió, hizo de uso propio y de sus allegados y, a su muerte, legó a la Iglesia sevillana, a la que también encomendó su cuerpo para que fuese honrado bajo el rito cristiano y enterrado en el lugar más honorífico. Por entonces, el belga Juan Vaseo, hombre de gran cultura, estuvo encargado de esta biblioteca durante algún tiempo, lo cual él mismo refiere al comienzo de su Crónica, y hoy día se guarda con sumo cuidado en una sala de la Iglesia mayor hispalense de similar amplitud, proclamando que el entusiasmo de su antiguo dueño por los saberes, monumentos y estudiosos de toda clase fue el más solícito y generoso. Queriendo él celebrar claramente los méritos de su casa antes que los ajenos, elaboró un tratado de las hazañas realizadas por su padre escrito en nuestra lengua: La historia del almirante don Cristóbal Colón, pero la edición española de esta obra acaso esté luchando contra la carcoma y la polilla (si aún ha podido evitar a Libitina) en algún rincón de la arrumbada librería. Existe, al menos, la versión italiana  de Alfonso de Ulloa, quien ha trasladado muchos escritos de nuestros paisanos a la familiar lengua vernácula de aquel pueblo tan sabio, siendo editada en Venecia, donde éste vivía atento a dicha tarea, en  1571, en 8º, y de nuevo reimpresa en 1614, en 8º. 

No regatearé a varón de tales prendas el elogio de Alfonso García Matamoros en su obra Sobre las academias y hombres doctos de España: Su hijo Fernando [Colón] también alcanzó, en su sedentaria vida, un mérito casi semejante al que consiguió su padre con sus hazañas. Pues, eximio y singular filósofo como era, hizo construir con esmero y magnificencia una mansión a orillas del Betis, en un paraje saludable, ameno y, sobre todo, apropiado para el cultivo de las Musas, a la que adornó con jardines, y en donde formó una enorme biblioteca, que se dice contenía veinticinco mil volúmenes y estaba dotada de rentas anuales para que no cesaran las habituales adquisiciones de libros. Y allí terminó sus días en medio de sus estudios.  Hasta aquí Matamoros. De su vivacísimo amor por el conocimiento y su práctica diaria con los libros son testigos los propios códices de muchos autores que se hallan ilustrados con sus notas en los márgenes, a saber, las Tragedias de Séneca, Metamorfosis de Ovidio con un índice que hizo, lo mismo de TristiaPontica, Virgilio, Horacio, Suetonio con su índice, la Historia de los reyes de Dinamarca de Saxo Gramático, Tito Livio, Lucrecio también con su índice, Lucano, igualmente el Libro del peregrino de la vida humana de Guillermo de  Digulleville y también el Elucidario de Conrado.  Formó, asimismo, personalmente unos copiosísimos índices no sólo de los nombres de todos los autores tenidos en su biblioteca por orden alfabético, sino también con anotaciones acerca del argumento de cada uno de sus libros, y ello tan extenso que de por sí los índices estos elaborados por él ocuparían no menos de veinticuatro volúmenes escritos por su propia mano. Para hacernos conocedores del saber y la laboriosidad de don Fernando, amén de su ímprobo esfuerzo, ha revisado todas estas cosas en los mismos libros un hombre cultísimo y amante de este tipo de exquisiteces, don Juan de Loaisa, racionero de la Iglesia de Sevilla, director de dicha biblioteca, quien recientemente se ha ocupado de que los libros de los Índices, hasta ahora tenidos en total descuido, sean cosidos de nuevo y encuadernados en pergamino".

José Solís de los Santos http://www.classicahispalensia.es/bibliographica/32-los-libros-de-nicolas-antonio-j-solis

Fundación El Monte de elaboración de 6 fichas bio-bibliográficas para la exposición Hernando Colón, su vida, su tiempo, sus libros. Sevilla 29/09/2003.

TITULO DEL CONTRATO: Elaboración de fichas bio-bibliográficas para la exposición Hernando Colón, su vida, su tiempo, sus libros: Nicolás Antonio, Nicolás Clenardo, Alfonso García Matamoros, Juan Vaseo, Francisco López de Gómara, Symphorien Champier.

EMPRESA/ADMINISTRACIÓN FINANCIADORA: Fundación El Monte. c/ Laraña 4. Sevilla.

INVESTIGADOR PRINCIPAL: Klaus Wagner, dir.